domingo, 30 de abril de 2017

GEDO: LA VÍA DE AMOR EN LAS PEQUEÑAS COSAS

El Zen se introdujo en Japón, proveniente de China, durante el período Kamakura (1185-1333 d. C.) . Los albores del budismo en el país nipón datan del siglo VI de nuestra era. La llegada del Zen, pues, no supuso la introducción de una nueva religión sino una mirada diferente de la misma. Imbuido del espíritu del Tao, el Chan chino ofrecía una vía de simplicidad desprovista del aspecto ritual y dogmático en el que habían degenerado las tradiciones budistas existentes en Japón con anterioridad al período Kamakura. El pueblo laico japonés acogió con interés la nueva propuesta que no exigía la comprensión ni la práctica de complicados ritos ocultos. La sociedad en su conjunto, de algún modo, adaptó esta corriente innovadora dentro del budismo a su idiosincrasia y rol social. De esta forma se desarrollaron dos vías principales: Budo, practicado por los samurais, con o sin señor, que eran especialmente conscientes de la muerte y la impermanencia de las cosas; y el Gedo, literalmente vía del arte o de la artesanía, que aplicaba en cada acto cotidiano la práctica de la atención plena.

En el Gedo, no se busca la perfección, aunque ese sea con frecuencia el resultado, se busca, se aplica, el amor. El amor en cada acto cotidiano, en servir el té, en hacer un centro de flores, en cortar los alimentos, en confeccionar una esterilla. Cuando se sirve la comida, se está plenamente presente en ese acto, plenamente entregado al hecho de poner la comida en un plato, cuidando cada grano de arroz, cada trozo de alimento, porque se trata de un momento precioso, de un momento único e irrepetible. De esa manera, los actos cotidianos se convierten en arte y el arte proviene del amor. En la ejecución de cada acto se llega a la fusión del actor, del acto en sí y del objeto sobre el que se actúa. El Gedo ha derivado en multitud de artes menores únicas en Japón: origami, ikebana, shodo (caligrafía), ceremonia del té, etc. El Gedo impregnó a toda la sociedad japonesa y, de alguna manera, se produjo un intercambio de flujos del Zen a la sociedad y de la originalidad nipona al budismo Zen.


Hoy en día Japón sigue impregnado de Gedo, sigue impregnado de aprecio, respeto y amor por las cosas simples, por la sencillez o, como decía el maestro zen Dogen “por la realización de nuestras propias imperfecciones”.

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